Las flores púrpura brillante de la Buganvilla son probablemente las más conocidas pero ahora hay muchos otros tipos, de coloridos más atractivos, que resultan igualmente fáciles de cuidar.
Otra especie conocida es la llamada “Lago carmesí” que crece con mayor libertad y ostenta flores de mayor tamaño y del color que indica su nombre popular.
Una clásica variedad europea durante estos últimos años ha sido la “Kiltie Campbell”, que, como muchos otros excelentes cultivos, tiene su origen en Kenia. Su colorido presenta muchos tonos de naranja; a medida que pasa el tiempo cambian los colores de sus panochas de flores.
En invierno, las raíces de la Buganvilla deben conservarse secas y la planta razonablemente caliente.
Cuando resulta inminente un nuevo crecimiento, al comienzo de la primavera, hay que empezar a regar normalmente.
Si fuera necesario, transplantar, una vez que haya echado una buena cantidad de hojas, a un recipiente ligeramente mayor. La maceta debe estar bien seca.
En verano, las necesidades principales son buena luz, calor razonable y aire fresco, con algo de alimento de vez en cuando.
Después, todo es cuestión de observar su crecimiento normalmente vigoroso y sentarse a admirar lo que suele ser un auténtico derroche de color.
Imagen: The fire ant gazette