Está claro que los beneficios de “fabricar” tu propio compost y enriquecer el suelo de tu huerta y jardín con él, son notables. Ahora bien, conozco muchas personas que ni siquiera han intentado obtener su propio compost en casa y al preguntarles los motivos, las respuestas que más escuché fueron: que da mucho trabajo, que es caro y que hay que estar pendiente del tema todo el tiempo.
Una solución más que eficaz
En ese contexto, te invito a considerar nuevamente el tema enfocándolo en términos de solución y beneficios, y para alentarte comienzo calificando de mitos, esos tres argumentos que te mencionaba antes.
Tienes que saber, que uno de los mayores aportes para las pilas de compostaje domésticas, está presente en tu hogar diariamente y en general no sabes qué hacer con él, llegando incluso a decir que te “apena” tirarlo. Estoy hablando de los restos de la cocina; ellos junto con otros suministros utilizados en la cocina pueden ser añadidos a tu pila de compostaje, con lo cual esa pena de la que hablamos antes se transforma automáticamente en alegría por poder reutilizar esos residuos nada menos que en beneficio del suelo de tu jardín.
¿Qué cosas puedo utilizar para la pila de compost?
Las cosas que menos imaginas, como los sacos de té formarán parte de esta lista. Toma nota:
- Corteza y núcleos de manzanas y otras frutas
- Restos de tostadas quemadas o bordes que los peques no siempre comen
- Restos de café
- Cáscaras de huevo (cuanto más logres molerlas, mejor)
- Yogur caducado
- Sacos de té
- Leche de soja
- Cortezas de sandía
- Maní y otras cáscaras de frutos secos
- Palomitas de maíz
- Semillas de calabaza y otras verduras
- Patatas fritas rancias
- Hojas de puerros y otras partes de verduras que no usas
- Restos de arroz cocido
- Desperdicios de pescado, tales como conchas de camarones, conchas de cangrejos y conchas de langosta
- Bolsas de papel