Hoy comparto un truco que aprendí desde mi niñez: fertilizar con leche. Me lo enseñó mi abuelo que era aficionado al cultivo de rosas, y siempre decía que lo había descubierto por pura casualidad.
Ellos vivían en una granja y en cierto momento, por varios días, no pudieron vender la leche que producían diariamente, ya que los caminos de acceso estaban cortados. Estaban escasos de agua y la poca que había se usaba para higiene y para que pudiera beber el ganado, pero indudablemente no se usaba para regar las rosas.
Descubrimiento casual
La leche sobraba y el agua escaseaba, por lo que no lo dudaron y decidieron regar las plantas con la leche sobrante, que de todos modos habría que tirar. Sí, hablamos de la misma leche, que tanto bien hace bien al cuerpo y que puede ser muy beneficiosa para el jardín, ya que además de ayudar con el crecimiento de las plantas, las hace más resistentes.
Beneficios fertilizantes de la leche
La leche es una buena fuente de calcio, no solo para los seres humanos, sino también para las plantas. Cruda, la leche de vaca tiene algunas de las mismas propiedades nutritivas para las plantas que tiene para los animales y las personas.
Contiene proteínas beneficiosas, vitamina B y los azúcares que son buenos para las plantas, por lo que mejora el rendimiento de los cultivos y la salud en general. Los microbios que se alimentan de los componentes del fertilizante de la leche también son beneficiosos para el suelo.
Otro beneficio adicional de alimentar las plantas con la leche es que se ha utilizado con eficacia variable en la aplicación de pesticidas, especialmente con los pulgones. Tal vez el mejor uso de la leche ha sido en la reducción de la transmisión de virus de mosaico de hojas, tales como del mosaico del tabaco.
Cuidados e inconvenientes
Existen y hay que tenerlos en cuenta: aportar demasiada leche no es una buena idea, ya que las bacterias que se echan a perder, resultan en un mal olor y crecimiento deficiente. La grasa de la leche puede producir malos olores, ya que se descompone así.