Tipos de pala para jardínería

palas de jardín

A la hora de comenzar un jardín, sobre todo si somos novatos en la materia, una de nuestras principales dudas atañe a las herramientas. ¿Cuáles son las más básicas, con cuáles debemos empezar? Para ayudaros un poco, hoy hablamos de los tipos de pala para jardinería que existen y su utilidad.

Las palas para jardín más habituales, seguramente las que ya tendremos en nuestro haber en el momento en que nos planteamos meternos en este mundillo, son las que esa punta redondeada. Serán las primeras que tendremos que aprender a utilizar en cuanto comencemos a plantar o trasplantar, tanto en un jardín amplio como en uno que queramos colocar en nuestra terraza, de dimensiones más reducidas.

Por otra parte, llegará el momento en que necesitemos acarrear tierra de un sitio a otro, o llevar plantas sin riesgo de dejarlas caer.  Si no nos fiamos de hacer esto con las manos y una carretilla se nos queda grande para la tarea, la mejor opción es recurrir a las palas de punta cuadrada, que además, al estar pensadas para estos temas, suelen tener una superficie mayor.

Las palas de zapa o de zapador son parecidas a las que antes hemos mencionado, aunque son más estrechas en su parte central. Están pensadas para cavar fundamentalmente, crear zanjas, o incluso segar; su gran ventaja es que nos permiten introducirlas en la tierra de forma mucho más profunda, por lo que crearemos hoyos de mayor tamaño si nos hace falta.

Y a la hora de trasplantar no podemos olvidarnos de las más importantes en cualquier jardín: esas palas de menor tamaño, más estrechas, con una superficie también redondeada pero más afilada y terminación en punta. ¿Os suenan, verdad? Pueden manejarse con una sola mano y no pueden faltar en nuestro “arsenal” de jardinería.

Para que nuestras palas nos duren bastante tiempo y podamos rentabilizar la inversión que hagamos en ellas, es importante que las guardemos siempre limpias después de cualquier uso. Con ello evitaremos la aparición de óxido. También es recomendable pasarles algo de aceite de motor (no demasiado, con una capa leve es suficiente) y afilarlas de vez en cuando.

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