Cuando se trata de elegir cómo enriquecer nuestro suelo o tierra de cultivo, somos exigentes y ello es bueno. Los fertilizantes minerales son una de las muchas opciones, por lo que es importante conocer cuántos tipos hay.
Toma nota y elige en consecuencia…
Fertilizantes minerales directos
Los abonos minerales directos, son aquellos que contienen nutrientes de las plantas (N, P, K, Mg, B, Cu, Mn) y se subdividen a su vez en fertilizantes simples y fertilizantes mixtos. Fertilizantes simples, se llama a los que contienen generalmente un nutriente, por ejemplo hablamos de fertilizantes a base de nitrógeno (amonio, sodio y nitratos de calcio, sulfato de amonio, urea), o los de fertilizantes a base de fósforo (por ejemplo conocidos con los nombres superfosfato, suelo roca de fosfato y fosfato dicálcico), o los fertilizantes de potasio (cloruro de potasio, 30 y 40 por ciento de sal de potasio, sulfato de potasio). Los fertilizantes mixtos (dobles y triples) son aquellos que contienen dos o más nutrientes (nitrophos, Amofoso, Nitrofoska).
Fertilizantes minerales indirectos
Este tipo de fertilizantes se utilizan para mejorar los productos agroquímicos y las propiedades fisicoquímicas de los suelos para activar sus nutrientes naturales (por ejemplo, fertilizantes cal y yeso).
Los fertilizantes minerales de ambos tipos son sólidos (en polvo o, más comúnmente, granulado) o líquidos. A la hora de elegir se pondera sobre todo la facilidad de aplicación que una u otra opción signifique para ti.
Otra clasificación
De acuerdo con su efecto sobre la solubilidad del suelo, los fertilizantes minerales se distinguen por ser ácidos, alcalinos o neutros. En todos los casos (excepto en el caso de los neutros) con su aplicación se pretende un doble objetivo: ajustar o equilibrar el pH del suelo a la vez que nutrir.
Usar de forma correcta el fertilizante
1. Usa el fertilizante de acuerdo con las instrucciones de la etiqueta. Esto incluye la cantidad correcta para tu planta, así como la frecuencia con la que debes fertilizar.
2. Aplica el fertilizante en el suelo alrededor de la planta, evitando el contacto directo con la planta.
3. Riega la planta después de aplicar el fertilizante para ayudar a que los nutrientes sean absorbidos por las raíces.
4. Trata de fertilizar las plantas durante la mañana para que el sol ayude a secar el fertilizante. Esto ayudará a prevenir la quemadura de las hojas o la acumulación en el suelo que puede causar daños.
5. No fertilices con demasiada frecuencia. Si fertilizas demasiado, puedes dañar tus plantas, ya que los nutrientes no se pueden absorber en exceso.