Si algo puede estimular a quien recién se inicia en la jardinería es cultivar plantas a partir de las semillas recogidas en el propio jardín. En general las semillas deberían recolectarse una vez que estén maduras y almacenarse hasta su uso en un lugar oscuro, seco y bien ventilado. Pero también podemos recurrir a las semillas empaquetadas que nos ofrecen los comercios del ramo. Una vez que tenemos las semillas que deseamos es el momento de proceder a su siembra directamente en el jardín o en almácigo.
¿Cómo sembrar almácigos?
Existen especies que por su naturaleza requieren un tratamiento un tanto especial a la hora de proceder al sembrado; en ese caso podemos optar por el uso de los almácigos. El almácigo es un área de tierra bien preparada para el cultivo de semillas, ya sean macetas, cubetas o bandejas de siembra.
Normalmente las semillas van acompañadas de sus propias instrucciones que detallan el momento propicio para la siembra y cualquier clase de cuidado y atención especial que requieran.
En general, el momento más adecuado para proceder a la siembra es a finales del invierno y principio de primavera, aunque puede depender del tipo de semilla. Normalmente, desde la siembra hasta la floración suelen transcurrir entre ocho y doce semanas.
Primeros pasos:
- Llene una maceta, cubeta o bandeja con sustrato para semillas o esquejes. La tierra debe ser rica en nutrientes, ligera, cohesionada y permeable al agua y al aire. Nivélelo con los dedos, una pala o un taco de madera y riéguelo ligeramente. La tierra debe estar húmeda pero no empapada.
- Espere unos 30 minutos y preceda a distribuir tas semillas. Si estas son grandes conviene distribuirlas una a una, si son pequeñas procure espaciarlas lo suficientemente utilizando un papel doblado. Si las semillas son grandes cúbralas con una ligera capa de sustrato, si son pequeñas no es necesario. Tenga en cuenta las instrucciones que suelen acompañar al sobre de las semillas, que le indicarán si la semilla que nos interesa germina o no en presencia de luz.
- Coloque una placa de cristal o bien un plástico traslúcido, sobre el almácigo y sitúelo en un lugar sombreado en el que la temperatura esté entre 15 y 20 grados. Destape cada día el almácigo para dejar airear la tierra y vigilar que no pierda humedad.
- En cuanto hayan germinado las semillas retire el cristal o el plástico y sitúe el almácigo en un lugar más iluminado, aunque sin exponerlo al sol.
- Mantenga la superficie húmeda y gire la maceta con regularidad para evitar que las otantas crezcan inclinadas.
Consejo final
Cuando las plántulas tengan un tamaño suficiente como para poderlas manipular, al menos dos hojas deben ser extraídas, separando las plantas frágiles y las dañadas y plantando el resto en macetas. Este proceso recibe el nombre de repicado.