
Nuestras plantas en el invernadero no están exentas de posibles ataques de plagas. Si tenemos todavía algunas en él, o si estamos planificando nuestro invernadero para dentro de unos meses, conviene conocer los peligros que pueden acecharlas.
En primavera, lo más habitual es empezar a recibir, un año más, a dos tipos de visitantes que habían estado ocultos durante el invierno… y que desde luego no nos agrada volver a ver: los pulgones y las cochinillas. En el primer caso, nos será sencillo identificar su llegada a causa de la excreción que dejan allá por donde pasan; en el momento en que toquemos las hojas de una planta y notemos ese tacto pegajoso tan característico, debemos empezar a preocuparnos. Por parte de las cochinillas, una serie de pequeñas manchas blancas nos advertirán de su presencia. La “tríada del mal” se completa a veces con la aparición de la araña roja, pequeña pero matona, a la que descubriremos fácilmente en cuanto comencemos a vislumbrar su tela de araña suspendida aquí y allá.
Aunque lo normal es que empecemos a encontrar estas plagas a principios de la primavera, ahora que el calor aprieta (en algunas regiones es a finales de mayo cuando comienza realmente la primavera, podría decirse) no será raro que aparezcan sin previo aviso. ¿Qué podemos hacer para evitar que causen estragos en nuestras plantas, que con tanto mimo hemos cuidado durante los meses de frío?
Mucha ventilación, ¡y cuidado con el calor!
Estas dos son, quizás, las claves más importantes para que nuestras plantas estén a salvo en el invernadero. Es importante que identifiquemos esas zonas en las que el sol puede dar de manera más directa y convertirse en una fuente de calor excesiva, propiciando la aparición de insectos. Por otro lado, en las regiones más calurosas puede ser necesario ventilar al menos una vez al día el invernadero. Todo esto hasta que llegue el momento de sacar las plantas al exterior y trasplantarlas, claro está. Si ya hemos sufrido el ataque de la plaga y debemos erradicarla, lo mejor es confiar en pesticidas ecológicos, especialmente si estamos cultivando productos para llevarlos a la mesa (en este caso, ya lo sabemos, toda precaución es poca).