La zinnia es una flor con una elegancia y un porte fuera de lo común. Cualquier jardín que cuente con un grupo de ellas se verá dotado de una nueva vida, brillante y refrescante. ¿Qué debemos saber para plantarla?
La zinnia es especialmente común en México, y es una flor muy adecuada para acompañar ambientes con plantas de una altura mayor, incluso trepadoras. Fue descubierta por el botánico alemán Johan Gottfried Zinn, que inmortalizó su apellido en ella pero además no dudó en otorgarle un segundo nombre, elegans. Una denominación con la que no podemos estar más de acuerdo con sólo verla. Además de embellecer cualquier jardín, una bonita creencia popular nos dice que estas flores contienen los pensamientos de esos amigos que se encuentran ausentes.
¿Cuándo podemos plantarla?
Si estamos a la búsqueda de nuevas flores con las que dar colorido a nuestro jardín, estamos de suerte: la zinnia puede plantarse sin problema alguno entre febrero y marzo. Tampoco hay inconveniente si se hace en interior, por lo que podemos preparar un semillero específicamente para ella. En apenas un par de semanas ya habrá florecido, si le procuramos los cuidados adecuados: debemos colocarles un sustrato muy rico en nutrientes, evitar los ambientes demasiado fríos (florecen mejor al encontrarse en torno a los veinte grados) y los encharcamientos del suelo. Si cumplimos con esto tan sencillo, prácticamente no tendremos que preocuparnos de nada más cuando traslademos nuestras zinnias al jardín. Basta con encontrar una zona en la que sepamos que van a recibir luz abundante, y sobre todo evitar que se mojen demasiado los pétales cuando las reguemos; por contradictorio que nos pueda parecer, esto perjudicaría a su brillo natural.
Las zinnias, además, son flores excelentes para un ramo de novia o para regalar sin más a un ser querido, puesto que pueden conservarse hasta un mes después de haber sido cortadas. Su ciclo de floración comprende un año, pero la facilidad de la que os hemos hablado nos permiten poder plantarlas cada vez que llegue el momento. ¡Pueden convertirse en habitantes perennes de nuestro jardín, si así lo queremos!