Os traemos una de esas historias curiosas que rara vez tienen demasiada difusión, ¿a quién puede importarle especialmente que se sustraiga una planta de un jardín? Pero puede ser una pérdida bastante grave si hablamos de una especie a punto de extinguirse o única en el mundo…
La protagonista de esta noticia es una Nymphaea thermarum: una pequeña planta que pertenece a la familia de las ninfáceas, o nenúfares como solemos conocerlas nosotros. “Pequeña” no le hace justicia, sin embargo. Su tamaño realmente es diminuto, siendo esta su característica principal.
Fue descubierta en un arroyo termal de Ruanda allá por los años ochenta por un botánico alemán, que desde luego tuvo que hacer todo un esfuerzo visual: las flores de esta ninfácea miden un centímetro de diámetro aproximadamente. El arroyo que constituía su hábitat se secó en 2008, y desde entonces se considera a esta planta prácticamente extinta.
Hasta ahora, los jardines reales de Kew en Londres conservaban un ejemplar, pero hace apenas unos días se dio parte del robo a las autoridades, fechado alrededor del 9 de enero. Por ahora no hay pista alguna sobre el motivo ni sobre el paradero de la ninfácea, según Scotland Yard.
¿Un robo con intenciones lucrativas… o bien alguien que no sabía exactamente lo que hacía, solo que quería llevarse esa flora tan bonita del jardín a casa? Difícilmente lo sabremos, al menos por el momento.
Una flor reproducida en cautividad
A causa de su extinción en el medio natural, la principal preocupación de los botánicos hasta ahora había sido conseguir su reproducción en estas otras condiciones, algo que se logró en 2009. Esto hace que la pérdida sea todavía más irreparable y todo un duro revés para la institución según afirmó el director de horticultura, Richard Barkley.
Al haberse producido el hurto durante el horario de apertura del jardín, las cámaras de seguridad no han sido de utilidad para identificar a una persona concreta de entre los miles que fueron captadas ese día.