Hay jardines que no son especialmente conocidos a nivel mundial, pero que sin duda nos resultarán muy interesantes a los aficionados tanto por su variedad como a nivel estético. Es el caso de los jardines Albert Khan, situados en Francia, toda una muestra de confluencia cultural.
Alberto Khan, quien da nombre tanto a estos jardines como al museo asociado a ellos, no fue, al contrario de lo que puede parecer, alguien ligado a este mundillo directamente, puesto que su trabajo diario era el de banquero. Sin embargo, poseía la firma creencia de que el mundo, inmerso en su época en toda una vorágine de cambios (los inicios del siglo XX) debía esforzarse por vivir en paz y conseguir la armonía entre pueblos. Decidió por tanto poner su pequeño granito de arena aunque fuera a nivel simbólico: utilizó su dinero para difundir campañas fotográficas y cinematográficas a lo largo y ancho de cincuenta países, y para crear un jardín que acogiera muestras naturales de los rincones más emblemáticos del planeta. Fue su pequeña aportación, minúscula tal vez en resultados pragmáticos pero inmensa en espíritu, a esa unidad por la que suspiró hasta su muerte en 1940.
¿Qué encontramos en los jardines Albert Khan?
Si somos de los que siempre hemos deseado visitar países lejanos y conocer sus tradiciones naturales, en este jardín de cuatro hectáreas situado en Boulogne-Billancourt podremos cumplir nuestro sueño durante unas horas. Aquí encontraremos una zona ajardinada al estilo de Japón, junto con un poblado de la misma procedencia; un jardín inglés, un bosque azul y otro dorado (llamados así por estar inmersos en dichas tonalidades), uno de estilo alemán, y finalmente un pantano. El conjunto evoca, sin duda, un completo viaje alrededor del mundo para todo el que se aventure en él. Forma parte de las colecciones del propio museo, donde también podremos echar un vistazo a toda una serie de exposiciones temporales y a los llamados Archivos del Planeta: 4000 placas estereoscópicas y 72000 autocromas.