Los cactus o cactáreas son plantas suculentas de formas muy variables y sumamente peculiares. Esto se debe a su gran adaptación a regiones secas, cálidas, templadas y frías. Sus raíces, además de cumplir con la función de fijación, obran como un gran órgano de absorción durante las temporadas de lluvias. Sus tamaños son variables y generalmente las raíces secundarias son numerosas y muy ramificadas.
Los tallos son casi siempre muy desarrollados, poseen una cutícula gruesa, son suculentos y se transforman de modo cilíndrico y globoso, formando un receptáculo de agua para permitir a esta planta soportar las grandes sequías.
Las flores del cactus blanco son de ese mismo color, con los bordes ligeramente carminados. Los pétalos triangulares y alargados, culminan en punta y se entreveran unos con otros formando una corola doble y muy atractiva a la vista.
Las flores del cactus rojo son solitarias y grandes, sus pétalos son ovoides, algo más anchos en las puntas y se sobreponen en muchas hileras formando también flores dobles. Tienen como fruto una especie de baya con gran cantidad de semillas.