Los Bonsáis

Para esta modalidad de cultivo de plantas, se utiliza casi siempre un tiesto en forma de bandeja, por lo que en Occidente la palabra bonsái se traduce como “árbol o planta en bandeja”. Un amante de este arte no debe tratar nunca de restringir la vida de un vegetal para convertirlo en un bonsái. Según las reglas más elementales, ha de conseguir un pequeño árbol nacido espontáneamente en el monte, en algún lugar inadecuado y en malas condiciones, condenado a morir en una lenta agonía, e intentar salvarlo cuidándolo con amor.
Todavía ahora, en Japón, la búsqueda del bonsái se hace en los montes escarpados, que es allí donde los árboles y arbustos agredidos por el hielo, los relámpagos, los vientos y todas las durezas, climáticas, tienen menos posibilidades de crecer, por las precarias condiciones en que han nacido.
Excepto unas pocas especies, todos los árboles y arbustos son adecuados para preparar bonsáis. Cada aficionado puede encontrar su bonsái. La necesidad de conseguir de la montaña un bonsái obliga a proveerse de herramientas para sacarlo del suelo sin herirlo. Una pala de tierra de punta, un saco impermeable, unas tijeras de un buen corte, un poco de musgo y agua, y mucho amor a la Naturaleza, son los elementos indispensables para conseguir un bonsái.
Para sacar del monte un pequeño árbol hay que empezar por hacer una zanja alrededor del tronco. Se realiza la misma a una distancia de unos 25 cm y a una profundidad similar, hasta dejar al descubierto el cepellón, suprimiendo las raíces que sobresalgan con un corte muy limpio para evitar infecciones.

Inmediatamente se rodea el cepellón con musgo, se ata fuertemente para que no se desmorone y con mucho cuidado, se separa del suelo y se coloca en el saco impermeable. Una vez dentro se riega y ya se puede trasladar y plantarlo en un recipiente adecuado al tamaño del cepellón cortado.
En un período de 3 años, la tierra tiene que ser reducida a un tercio, respetando en todo este tiempo las raíces que sobresalgan, procurando no herirlas y plantando cada vez en un tiesto menor, hasta llegar al definitivo. Mientras duran los trasplantes hay que mantener el arbolillo a la sombra.

Si lo que se trata de recuperar del suelo es una conífera, conviene cavar la zanja a la salida de la época cálida, pero no debe arrancarse el cepellón del suelo, sino cubrir el hueco con turba del mismo monte, hasta que en plena época fría se efectúe la extracción. Para hacer bonsái pueden conseguirse también arbolillos de un vivero porque, sobre todo para las especies que deben ser injertadas, se requieren conocimientos profundos de jardinería.
Una observación muy importante la constituye el hecho de que el bonsái es un árbol de aire libre y en él debe vivir. Esto no quiere decir que no pueda estar 1-2 días en el interior del hogar, pero es muy importante que, por cada día que haya permanecido dentro de la casa, pase al menos 2 semanas al exterior.
Grupos y estilos.

Los bonsái son de diferentes tamaños y, según estos, se distinguen los grupos siguientes.
Mame bonsái Más pequeño que un Niño, comprende ejemplares que no rebasan 15 cm.

Ko bonsái, Niño bonsái 15-25 cm Joven bonsái, con 25-55 cm y gran bonsái mas de 55.

Cada uno de estos grupos puede realizarse según varios estilos, con diversas derivaciones en cada uno de ellos. Los principales son:
Choka: Vertical formal. Estilo propio de un árbol que ha crecido en un lugar donde las inclemencias del tiempo son poco acentuadas.
Shakan: Vertical formal. En este estilo la estructura sigue siendo vertical pero el tronco y las ramas están retorcidas, como puede tenerlas un árbol que ha crecido en peores condiciones climatológicas que el anterior.
Horai inclinado por el viento: Ofrece la impresión visual de un árbol que, al crecer en una zona de vientos fuertes, ha ido inclinando el tronco y las ramas en la dirección hacia donde soplaban los mismos.
Cascada: Representación del árbol o arbusto que, nacido en un despeñadero, ha ido inclinando las ramas hacia abajo. Por ello este bonsái tiene la mayoría de las ramas más bajas que el origen del tronco. Aunque puede haber algunas en la parte superior.
Ishi Zuque: Enrraizado o incrustado en piedra. Puede imitar un ejemplar que ha nacido en una hendidura de la roca y ha continuado en ella, o bien otro cuya semilla germinó encima de la piedra y cuyas raíces han ido rodeándola hasta incrustarse en el suelo. Esta ultima modalidad es una de las más espectaculares, pero también una de las más difíciles, porque hay que deshacer todo el pan de raíces para poder realizar la incrustación.
Yoshue é (Bosquecillo) Es como indica su nombre, la imitación de un bosquecillo, que se aconseja que contenga numero impar de ejemplares,

Los tiestos y los sustratos

Los tiestos constituyen uno de los capítulos más importantes para hacer bonsái, pues su altura no debe rebasar los 5 cm excepto para ejemplares de 20 años o más en que se necesitan profundidades de 7-8 cm.
El arbolillo y el tiesto tienen que estar en relación para formar un conjunto equilibrado y armónico.
Los tiestos no deben estar decorados, para evitar que distraigan la atención del árbol, auténtico protagonista de la obra de arte. Si se barnizan, lo serán en colores muy discretos y sólo por la parte exterior.

Además deben tener dos o más agujeros de desagüe. Pueden utilizarse como tiestos piedras casi llanas, en especial para plantar en bosquecillo. Y se emplean también troncos vacíos, muchas veces devueltos por el mar, pero siempre es preferible que tengan formas planas.
En cuanto al sustrato, conviene que esté constituido por arena de río, buena tierra de jardín y humus de bosque, sobre todo de castaño, a partes iguales, a los que deberá añadirse una pequeña cantidad de tierra vegetal muy desmenuzada, tierra volcánica, carbón vegetal también muy desmenuzado y sobre todo marga, muy necesaria por la cantidad de carbonatos que contiene.
Plantación riego y cuidados.
Plantar un arbolillo de esta clase es algo muy delicado, ya que es necesario remover las raíces exteriores del cepellón sin deshacerlo y hay que peinarlas para dirigirlas a la base del tiesto, operación que se realiza con palillos de madera. Se trata de una labor difícil, que sólo culmina con éxito a través de una práctica bien dirigida.
Los agujeros de desagüe han de estar cubiertos con rejilla, sujeta al tiesto con alambre y provista con gravilla de barro cocido, a fin de que el paso del agua quede bien expedito. Una vez plantado el arbolillo, la tierra debe cubrirse con musgo de roca, cuya formación se puede provocar también artificialmente.
El riego ha de suministrase con ducha suave y fina, pero abundante, y preferiblemente por la mañana cuando el sol es suave. Sin embargo hay que hacer la excepción del Mame bonsái, pues el cuidado de estas diminutas obras de arte, constituye una autentica especialidad.

Así, según la situación en que este colocado, hay que regarlo durante el día tantas veces como sea necesario, para que la poquísima tierra que contiene se mantenga con el frescor que necesita toda planta.
Durante el período de descanso en la época fría, los riegos pueden ser menos frecuentes, y entonces se aprovecha para hacer una poda de formación o para configurar ciertas ramas mediante tutores de alambre, crudo y recocido, sin galvanizar, a fin de que sea lo más suave posible.
Esta operación es muy delicada, pues un árbol martirizado es un árbol muerto. Por ello el alambre debe colocarse suavemente, pero a la medida justa de la rama, sin que flojee ni apriete, de forma que se pueda dominar la rama en la dirección que se desee sin que se rompa y sin que el arbolillo sufra, vigilando que no quede un anillo circular alrededor del tronco. Cuando una corteza de rama es demasiado blanda para ser apretada por el alambre, este debe envolverse con papel de celulosa, para que no le hiera demasiado.
Las ramas podadas y toda herida que se produzca en el arbolillo deben tratarse con desinfectantes basándose en látex para evitar infecciones. En cuanto a los alambres empleados para dar formas tienen que retirarse con delicadeza a los 6-8 meses de haber sido colocados, pues a partir de este tiempo ya podrían herir o señalar la corteza. Nunca deben ser desenroscados, sino cortados a trocitos con unos alicates especiales.

Al empezar el periodo vegetativo, ha de efectuarse una poda de limpieza de todas las ramas que no hayan retoñado, procurando hacerla con cuidado para no estropear las yemas que estén echando vástagos.
Durante el período vegetativo tienen que pinzarse todas las ramas que sobresalgan demasiado, a fin de conseguir mayor ramificación, pues sólo de esta manera se reduce la hoja eficazmente, sin embargo, hay que tener en cuenta que ni la flor ni el fruto pueden empequeñecerse.

Únicamente, un árbol no reduce la hoja al mantenerlo enano, sino que al contrario, la agranda es en el llamado fósil viviente, Ginkgo biloba. En cuanto a los abonos, es muy comprensible que unos ejemplares que viven en tan poca cantidad de tierra necesitan suministros periódicos, preferentemente de productos orgánicos, harinas de huesos, pescado, sangren, así como pequeñas dosis diluidas de sustancias químicas, sulfatos, urea especialmente para ejemplares de mucha floración.

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