A veces, la evolución pasa por delante de nuestros ojos y no nos damos cuenta. Hoy os traemos un curioso ejemplo: unas plantas carnívoras que deciden, de buenas a primeras, variar su dieta y volverse… vegetarianas. ¿Queréis saber por qué?
No es que de pronto hayan decidido preocuparse por su figura, nada de eso. El motivo de este cambio es bastante más triste, por desgracia: la polución. Una serie de plantas del norte de Europa que se alimentan de mosquitos, como por ejemplo la Drosera rotundifolia, ha comenzado recientemente a mostrar un patrón de comportamiento muy diferente, dejando de cazar a estos insectos. El suelo en el que se asientan tiene la culpa de esto: a causa de la contaminación en los pantanos en los que tienen su hábitat, el terreno se encuentra ahora mucho más enriquecido con nutrientes, concretamente de uno fundamental para ellas como es el nitrógeno. Así que, al hallar lo que necesitan para desarrollarse a través de sus raíces, no necesitan cazar como habitualmente hacen.
La diferencia es abismal: según el estudio que se publicó en la revista New Phytologis, plantas carnívoras de estas características que vivan en condiciones normales necesitan que los insectos les aporten hasta el sesenta por ciento de sus nutrientes básicos, mientras que en esta clase de terrenos contaminados les basta con que les suministren un veintidós por ciento, tal es el grado en que se encuentra adulterado el suelo.
No es tan bonito como parece…
Aunque a simple vista parezca que esto es una simple anécdota, hasta cierto punto divertida, lo cierto es que esto puede acarrear consecuencias nefastas para las plantas que se encuentran en el estudio. A menos que se produzca un período de adaptación exprés, sus condiciones no están preparadas para aguantar mucho tiempo esta contaminación y este exceso de nitrógeno, y el riesgo de extinción se encuentra muy presente.