En un post anterior dedicado a las plantas típicas para decoración navideña, compartíamos algunos detalles sobre una de ellas, decíamos un tanto humilde y no tan reconocida como lo es el Romero, una de tres elegidas como plantas protagonistas de Navidad.
Romero (Rosmarinus officinalis)
Para mayores detalles, puedes observarla en la imagen de portada. He elegido especialmente esta foto porque tiene que ver con lo que estás a punto de conocer. El Romero es una planta fuerte, vigorosa, estoica, soporta igualmente frío y calor y su aroma (de amplio uso gastronómico) es inconfundible. Por si fuera poco, son muchísimas sus propiedades medicinales a las que dedicaré un post más adelante.
El Romero de mi hogar
Quienes conocen mi hogar saben que no miento: allí está, como me lo indicó la persona que me lo obsequió hace varios años (era una débil ramita de poco más de 40 cm de altura cuando lo planté), a la derecha de la entrada principal de mi casa.
Poco después de plantarlo, aprendí que tiene flor, que es muy delicada, de un color entre blanco, lila y azul que se aprecia bien en la imagen. Lo que llamó poderosamente mi atención es que -como yo digo- esta planta florece cuando “quiere”. He visto sus flores en pleno verano y en pleno invierno, pasando por supuesto por las estaciones intermedias. A pesar de que me resultaba inquietante nunca me preocupé en averiguar a qué se debía; pero un día me enteré de esta leyenda, que además de asombrosa, respondió todas mis inquietudes.
La leyenda dice…
Que la virgen María secaba los pañales del bebé Jesús sobre una planta de Romero, y cuando iba y venía de vez en cuando tocaba la planta su Manto, que como sabemos era de color entre celeste, blanco y lila, así, como puedes ver en la imagen el color de las flores del Romero. La leyenda dice, en síntesis, que cuando florece tu planta de Romero, es porque la virgen ha pasado cerca y la ha rozado con su manto. Eso sí es una buena explicación…, me ha encantado saber que de vez en cuando Ella entra y sale por la puerta de mi casa…