La higuera es un árbol que se desarrolla muy bien en ambientes de sol. Seguro que para muchos de nosotros está asociada a esas tardes de verano libres de preocupaciones, tal vez en con un patio mediterráneo como escenario; no en vano es uno de los árboles más característicos de esta zona.
La higuera ha sido apreciada desde hace miles de años: tenemos vestigios de ello en jeroglíficos egipcios y en textos romanos, entre los que se le consideraba una de las plantas dedicadas al dios Baco. Su delicioso fruto, prácticamente un manjar, es una de las causas de ello… aunque no nos confundamos: lo que nosotros llamamos higo, ese complemento perfecto para cualquier mesa estival, no es sino su flor, que se desarrolla de esa manera, carnosa y con un jugo apto para el consumo. El fruto de estas plantas en realidad es amarillo y normalmente no está a la vista.
Sol sí, pero con moderación
Hemos dicho que la higuera es un árbol de verano, y es totalmente cierto, puesto que crecerá muy sano en ambientes con bastante luz. Sin embargo, no hemos de exponerlo excesivamente al sol; éste es uno de los mitos y los errores que se suelen cometer con estas plantas. Es preferible que la coloquemos en un lugar en que sepamos que va a recibir suficientes horas de sol, pero también sombra durante gran parte del día. Se suele recomendar como máximo una temperatura de 18 grados para las higueras que estén en el campo, algo complicado si vivimos muy al sur. Es, además, muy sensible a las heladas; por ello se recomienda realizar la poda antes de que éstas lleguen.
No olvidemos que también es un árbol perfecto para plantarlo en invernadero y ser trasplantado a posteriori a una maceta. El riego es ligeramente diferente en un caso y en otro: si hablamos de higueras de campo, necesitarán agua en abundancia, mientras que las que tengamos en patios dentro de una maceta o en nuestro invernadero precisarán un riego más moderado, aproximadamente un par de veces a la semana.