Los amantes de las flores exóticas saben que una de las mejores elecciones para el jardín es la bromelia: una enorme planta de colores vivaces, perfecta para las zonas húmedas.
Procedente de Latinoamérica, se estima que existen unas tres mil variedades de bromelia diferentes. Todas tienen en común algunas características, por ejemplo su altura. Una bromelia bien cuidada puede llegar a medir casi un metro de altura, que es algo realmente considerable si la comparamos con otras flores de zonas similares. Una idea puede ser la de disponer de un lugar en el jardín sólo para las bromelias y plantar varios tipos distintos; de esta manera conseguiremos un rincón selvático muy variado y no nos arriesgaremos a deslucir otras flores de menor tamaño a su alrededor.
Mucha agua, poco sol
Se suele decir que las bromelias son plantas adecuadas si no disponemos de demasiado tiempo a la semana, y hay gran parte de verdad en esto. No exigen de nosotros un cuidado constante o exhaustivo. Como plantas tropicales que son, es importante que siempre estén hidratadas y en condiciones de humedad. Podemos tenerlas en casa o en el jardín indistintamente (algo que puede venirnos bien en estos meses de invierno, ya que podemos trasladarlas al interior para evitar las temperaturas más bajas), pero tanto en un caso como en otro es importante que la tierra no se encuentre reseca nunca. Se suele decir que dejar una bromelia al sol supone matarla de inmediato… Sin llegar a estos extremos tan tremendistas, es importante evitar que la luz incida en ellas de manera constante a lo largo del día.
Las bromelias son plantas muy resistentes y tienden a acumular agua en sus hojas debido al ambiente del que proceden. En Sudamérica se cuentan incluso historias de cómo viajeros perdidos en la selva de la Amazonia han conseguido sobrevivir gracias a la humedad que conservan. Eso sí, os recomendamos que no hagáis vosotros el experimento de beber de ellas… no sólo os encontraréis agua en abundancia, sino muy probablemente insectos y otros habitantes del pequeño ecosistema que se forma en su interior.