Una de nuestras mayores preocupaciones a la hora de escoger un insecticida para el jardín reside en el daño que podamos hacer a nuestras plantas. Sin embargo, tenemos soluciones muy sencillas e igual de útiles que las químicas: escoger repelentes naturales como puede ser, por ejemplo, la albahaca.
Seguro que entre los muchos “remedios de la abuela” que tenemos grabados a fuego en nuestra memoria se encuentra uno para librarnos de los siempre incordiantes mosquitos: el de colocar hojas de albahaca en la ventana. Mano de santo, como quien dice: nuestros visitantes chupasangre no se atreven a entrar en toda la noche. Pues bien, es igual de sencillo elaborar un insecticida natural empleando té de albahaca para nuestro jardín. O simplemente basta con colar el agua de albahaca, añadir algo de lavaplatos y varias tazas de agua, y tendremos un spray inocuo que evitará que los insectos se ceben con las plantas.
No es la única manera de conseguir un insecticida natural. También el ruibarbo, el ajo o la cayena, debidamente entremezclados, cumplirán con esta función. Pero la albahaca tiene una mayor fuerza en este sentido; hay incluso quien coloca matas enteras en la terraza o en lugares estratégicos del jardín.
¿Cómo plantamos la albahaca?
Es una planta especialmente pensada para las temporadas cálidas, por lo que no es adecuada para estos meses invernales ni para zonas propensas a que el frío se mantenga durante un tiempo largo. El suelo en que la plantemos debe ser poco húmedo, fértil y preferiblemente compacto. Muchas personas aprovechan los meses de primavera y verano para cultivarla inicialmente en semilleros, evitando que posibles irregularidades en el suelo afecten a su desarrollo, y transplantar después. En cuanto a su recolección, es importante retirar las hojas que vayamos a utilizar en cuanto florezcan y se encuentren tiernas; son éstas las que presentan un olor más fuerte, y por tanto podrán servir mucho mejor para nuestro propósito.