Jardín familiar, sitio perfecto

Una vez que tengas claras las actividades que seguramente con más frecuencia tú y tu familia hacen en el jardín, es tiempo de hacer un balance del sitio y evaluar sus posibilidades al respecto de esos deseos. Créeme que vale la pena pasar algún tiempo haciendo esto, al igual que salir al jardín a diferentes horas en el transcurso de varios días para pensar con amplitud acerca de cómo adaptar tu espacio a tus deseos.

Lo primero es el espacio; analizado como concepto claro, te revelará que cosas sí se pueden hacer y cuales no. Por ejemplo, a menos que vivas solo o sola, una comida al aire libre necesitará mesa y sillas en el jardín y suficiente espacio para circular. Además, un lugar adecuado que goce de cierto reparo y sombra, de lo contrario en lugar de disfrutar de una comida en el lugar que has elegido, ¡ todo será un problema!

Un segundo punto es la privacidad. ¿Te sientes expuesto a los vecinos? ¿O el sitio elegido está sujeto a corrientes de aire desagradables o tal vez el ruido del tráfico en una carretera cercana?

Si este es el caso, debes tomar medidas de inmediato. La privacidad visual es la más sencilla de lograr: vallas, arbustos espesos y o muros son la solución sobre la que debes decidir: algunas son más caras pero más rápidas y otras (como los arbustos) notoriamente más lentas, pero más verdes y más baratas sin duda.

El reto es la privacidad auditiva: este punto es todo un problema si no consigues de algún modo implementar un techo, al estilo porche o similar. Aún así, los conceptos “aire libre” y “aislación sonora” son prácticamente excluyentes. Tendrás que decidir qué resignas…

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