Paseando por una tienda, en un jardín de bonsáis, me sentí como un gigante. Hay una variedad tan grande, todo en miniatura…, o sea, son árboles normales que no crecen más que 1,20 cm por la falta de espacio para la expansión de sus raíces. Frutos y flores nacen del mismo tamaño que en el árbol plantado en el suelo, lo que muchas veces lleva a una rara (pero armónica) “deformación” del bonsái.
Pero, independiente de planta que se elija, no hay cómo no encantarse con esos mini arboles, como el que vemos en la imagen de portada. Se dice que la paciencia es el gran secreto para su cultivo. Para llegar a un bonsái finalizado, hay que pasar por tres etapas.
- Primero, las mudas deben ser seleccionadas y preparadas con un trabajo en las hojas y en su estructura para ir hacia el jarro. Se dice que un bonsái, si es plantado en el suelo no tendrá una forma del todo agradable.
- Después vendrá un pre bonsái. Para ello, habrá que podar, retirar los excesos, atarlo con alambres para alterar la forma del tronco y trasplantar la planta para un jarro dónde estará por lo menos 4 meses.
- En este momento es que hay que tener mucha paciencia. En este proceso dónde se acomoda el cáliz algunos “accidentes” pueden pasar como el tronco llegar a partirse, y en este caso se debe utilizar algo especial para pegarlo y evitar una infección. Otro problema es retirar el alambre antes del tiempo, sin que la planta esté en la posición deseada. Si llega a suceder, se debe recolocar el alambre. Una vez elegida la posición no se debe estar tocando mucho. La verdad que es un test de paciencia y ansiedad. Hasta que sea un bonsái pronto, tardará años.
Después del desarrollo del tronco en la posición deseada, mucha agua, mucho sol y mucho aire; se retira el alambre y está el bonsái pronto.
Es un lindo desafío y un test de paciencia tratar de no comprar un bonsái pronto, sino que empezarlo tú mismo desde el principio.
Imagen: arquitectura