
Hemos hablado en nuestro blog del jardín árabe o andalusí, de sus peculiaridades y simbolismo y de la importancia que ha tenido a lo largo de los siglos para los pueblos asociados. Es una gran noticia, por tanto, que una ciudad como Rabat recupere un vergel de este tipo.
El inmenso y emblemático jardín de Rabat tiene una vida relativamente breve: fue inaugurado en el siglo XX, en la década de los veinte, por parte de los franceses que por aquel entonces ocupaban Marruecos. El nombre completo, Jardín de Ensayos Botánicos, nos da una idea clara de cuál es su valor: más allá del componente estético, que indudablemente posee, también se encuentra su voluntad de preservar la naturaleza autóctona y servir como escaparate de la riqueza de otros lugares. La confluencia de culturas es siempre una de las metas de los jardines botánicos, especialmente en ciudades en las que el turismo posee una importancia capital como es la que nos ocupa.
Al Andalus, la gran protagonista
En 2013, después de una restauración intensa (el jardín fue abandonado y descuidado durante décadas), se abrió al público una amplia sección del mismo. La noticia ahora es que se ha abierto la parte que faltaba, que no es otra que un jardín andalusí que imita a aquellos que en su momento se extendían a los pies de los palacios de Al Andalus. El esplendor de la tradición histórica árabe queda así perfectamente reflejado al escoger este modelo; no es de extrañar que la restauración haya contado con el beneplácito y la financiación de la Fundación de la Cultura Islámica.
En total, una vez inaugurado esta zona andalusí, el Jardín de Ensayos Botánicos (o Botánico a secas, como se abrevia hoy en día) se convierte en un enorme rincón verde de más de diecisiete hectáreas, donde se plantarán especies de la región (membrillo, cítricos…) y se fomentará el conocimiento de la vida natural a través de visitas guiadas para turistas y escolares.