En un post anterior, delineamos la diferencia entre lo que se considera un árbol joven, una plántula y en el otro extremo un árbol maduro. Fundamentamos los buenos motivos para que cuando optemos por plantar un árbol elijamos trasplantar precisamente un árbol joven y no uno de los otros dos grupos (por motivos bien diferentes, obviamente).
Ahora bien, luego de entender la conveniencia de esta opción la pregunta es…
¿Cómo plantar un árbol joven?
Una consideración al momento de plantar un retoño del árbol es determinar en qué áreas vamos a querer su sombra mientras crece y hasta la madurez. Créeme que tus cuentas en relación al aire acondicionado pueden ser considerablemente reducidas, por la colocación apropiada de un árbol de sombra. Por el contrario, la sombra del mismo árbol puede impedir que la luz llegue a un vegetal o jardín de flores.
Los árboles jóvenes se compran generalmente en un contenedor o con sus cepellones envueltas en arpillera. El momento óptimo para la siembra de árboles jóvenes es durante el otoño, mientras que el suelo está todavía caliente, que puede estimular el crecimiento de las raíces. Riego adicional puede ser necesario por un año o dos después de la siembra, al menos hasta que el sistema radicular se ha desarrollado por completo.
Ventajas
Una ventaja de los árboles jóvenes es su flexibilidad, que permite típicamente que sean guiados en diferentes formas y y direcciones. Un joven árbol de fruta puede ser guiado con dos medidas sencillas: por el recorte de las ramas y con el uso de alambre para fomentar el crecimiento del árbol en el plano que se desee, por ejemplo paralelo una a una pared o un enrejado.
Esto permite que el fruto crezca más grande debido al calor se refleja en la superficie subyacente. Algunos plantones de árboles también pueden ser doblados, haciendo que crecen horizontalmente como indicadores de límites o fronteras del paisaje. La flexibilidad de los árboles jóvenes ayuda a que soporten mejor las tormentas y se puedan evitar daños graves.